Villa Serrana es un pequeño pueblo perdido entre las Sierras de Minas, ideal para un descanso en contacto directo con la naturaleza. El lugar está lejos de la ciudad pero los servicios básicos se encuentran cubiertos, por lo que no hay ninguna razón para movilizarse en automóvil. Se recomienda caminar por sus pequeñas calles.
Villa Serrana se encuentra muy cerca de Rocha y Maldonado por lo que puede ser un buen paseo por el día desde esos sitios, aunque difícilmente querrás quedarte un día solo luego de conocer este maravilloso lugar. La Villa está ubicada entre los valles de los arroyos del Penitente y Marmarajá. Para llegar hasta ahí se debe tomar la Ruta 8 donde se encuentra la única entrada por una pequeña calle de tierra. Sin dudas el asfalto es algo que no se necesita ni se extraña al ingresar a este sitio.
Atracciones de Villa Serrana
Fundada en 1945, Villa Serrana mantiene un estilo de descanso típico de Europa, donde las construcciones están en perfecta armonía con el entorno natural. En la Villa no hay grandes restaurantes ni supermercados. Las viejas almacenes son los lugares donde se compra todo lo necesario durante la estadía.
El lugar ofrece incontables atracciones como las visitas a la gruta, el hermoso lago y su parque natural entre los campos, las increíbles vistas a los valles, los paseos por las callecitas y las cabalgatas para recorrer todos los rincones. En el lago hay una pequeña represa que es punto de encuentro de los turistas, ya que la calle termina en esa dirección. Desde allí se accede a un pequeño salto de agua llamado “Baño de la India”. En las zonas más altas se pueden encontrar casas muy elegantes, usadas como residencias de vacaciones.
El diseño de Villa Serrana fue obra del arquitecto Julio Vilamajó, quien realizó estudios de la zona junto a un grupo de paisajistas extranjeros. La idea rectora implicaba una arquitectura vinculada íntimamente a los materiales regionales, como muestra de la producción natural e industrial regional.
De entre las construcciones del complejo se destacan el Ventorrillo de la Buena Vista, en la ladera del cerro Guazubirá. Esta obra data de 1946 y fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1979. También se destaca el Mesón de las Cañas, construido en 1947, donde funciona todavía hoy un parador.
El proyecto de Vilamajó incluyó la forestación de la zona, con la plantación de cien mil ejemplares de árboles autóctonos como arrayanes, coronillas, pinos y canelones. Además de la flora abundante, la fauna del lugar es variada. Se pueden ver diversas aves, reptiles, arácnidos y mamíferos pequeños y medianos, de los que destaca el guazubirá, una especie en peligro de extinción.